Pie Cavo. ¿Qué es?
Al hablar de pie cavo, nos estamos referimos al tipo de pie con una bóveda plantar muy pronunciada. Este tipo de pie, tiene como característica principal, contar con solo dos puntos de apoyo, el talón y la zona metatarsal. Dependiendo del grado en el cual nos encontremos, puede generar más o menos patologías. Por ejemplo, en el caso que fuera un pie cavo moderado, no sería necesario hacer ningún tratamiento, siempre y cuando viéramos, que hay algo de contacto entre la zona del talón y el antepié. Ya que, al menos con ese mínimo contacto medial, ya descargaríamos las otras dos zonas acusadas.
Cuando el pie cavo es patológico, es cuando podemos apreciar que las zonas de apoyo quedan únicamente reducidas a la zona anterior y posterior, generando así una descompensación de toda la pisada.
¿Qué pasa cuando tenemos un pie cavo acusado?
En primer lugar, al cargar toda la fuerza del peso en dos zonas en concretas, se crea una falta de amortiguación, por lo que, en el golpe que se realiza con cada pisada, se ve reflejado también en las articulaciones de tobillo, rodilla y caderas. Siendo así, más fácil sufrir desgaste o dolencias en las extremidades inferiores.
Este tipo de pie cavo, se caracteriza por tener un acortamiento de ligamentos y tendones, el cual nos origina el alto arco plantar. Además, esta contractura estirará los dedos, de manera que tendremos más tendencia a desarrollar los llamados dedos martillo o en garra. En último lugar, al acortarse la fascia que recorre el arco plantar, podremos sufrir de fascitis plantar o espolón calcáneo.
¿Cómo tratarlo?
El tratamiento, cuando se observa un pie cavo excesivo, es el soporte plantar. Éste, actuaria recogiendo el arco plantar y repartiendo las presiones en todo el pie. Creando así, una amortiguación necesaria para la deambulación, haciendo que no sufran las articulaciones. Una plantilla a medida también nos ayudaría a estirar los dedos, y evitar la creación de los dedos en garra.